Para Emmi Pikler todos los movimientos parten de estar tumbados, y partiendo de ahí el niño y niña irán descubriendo sus necesidades y ellos mismo marcarán su propio ritmo de desarrollo motriz. Para ello sólo necesitan libertad de movimientos y ropas que no les opriman, ellos saben como crecer y aprender, y cada uno tiene su propio ritmo.
Fundó en Budapest el Instituto Pikler-Lóczy, un centro de atención a la infancia con riesgo de exclusión social, un orfanato nacido como centro de investigación metodológica. Actualmente el centro cuenta con grupos de educación infantil 0-3, grupos de juego en familia y dos grupos de niños y niñas que residen en el centro.
El Instituto Lóczy ofrece a cada niño y niña una vida ordenada, basada en largos tiempos de actividad libre y de juego. Al mismo tiempo disponen de una organización única que considera los momentos de atención como piezas claves de la educación basada en el intercambio entre el adulto y el niño y la niña . La presencia del adulto contiene al grupo que sabe de su presencia gracias a los momentos de atención individual, los cuales a su vez, aseguran una constante y regular relación afectiva de calidad. Si la actividad libre significa un tiempo de auténtica manifestación de los proyectos e inquietudes del bebé, en relación a él mismo y a su entorno seguro y rico, los momentos donde se requiere del adulto se caracterizan por constituir espacios privilegiados para la transmisión de las experiencias afectivas y expresiones delicadas y amorosas de comunicación.
Los bebés competentes y capaces de generar estrategias de aprendizaje no encuentran en Lóczy, a profesionales que conciben la educación infantil como estimulación temprana en la que el adulto persigue la respuesta del bebé para poder acelerar o anticipar aprendizajes, sino que se adapta y se ajusta al tiempo y al proceso de cada bebé, de cada niño y niña. Si en el comportamiento del bebé aparece algún deseo de retroceso se le acoge y se le respeta. En su experiencia Pikler entiende que lo más importante es que, por propia iniciativa pueda resolver su necesidad.
Un bebé tumbado, con seis, ocho, diez o quince meses, puede aprender por él mismo a moverse, adquirir otras posiciones, ponerse de pie y volverse a tumbar, puede desplazarse y aprender a sentarse de manera libre, sin requerir la presencia del adulto. Pikler libera al profesional para que pueda centrarse en las situaciones donde es imprescindible su intervención y su atención.
http://educadorasdeinfantil.blogspot.com/2009/06/articulo-de-emmi-pikler-libertad-de.html
Nuestros niños hoy no son los mismos, son seres más intuitivos, sensibles, activos, atraidos por la tecnología e inventivos. Tal vez, sea el momento de detenernos a observarlos y observarnos, para lograr mayor entendimiento, formar nuevos vínculos y estrechar distintos lazos. Allí vamos!
Datos personales
- Adriana del Pardo
- San Pedro, Buenos Aires, Argentina
- Directora del Jardín de Infantes 906, San Pedro. Diplomada en resolución de conflictos. Investigadora independiente, sobre los desafíos de educar en un mundo intercomunicado. Amante del arte.
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